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RELACIONES FAMILIARES

RELACIONES FAMILIARES

Los abuelos son una ayuda inestimable y origen de muchas preocupaciones.



Se puede decir que la familia es el lugar donde nacemos y crecemos, pero es mucho más.



La familia nos ofrece dos facetas muy contradictorias; la familia es una ayuda inestimable para superar las adversidades de la vida por su papel en el ámbito de las relaciones socioafectivas ya que es la más idónea para proporcionar sentimientos de arraigo y seguridad, ofrecer sentimientos de capacidad, utilidad, autoestima, confianza y apoyo social, pero también, es el origen de muchas de nuestras preocupaciones.



Para muchos que acaban de tener un hijo, la presencia de los abuelos es un consuelo y un desahogo.



A medida que pasan los años, las relaciones familiares evolucionan y van teniendo significados distintos para cada uno de los miembros, obligándonos a adaptarnos constantemente.



La alegría y la preocupación por el nacimiento de nuestros hijos, con el tiempo varía. Poco a poco los hijos van creciendo, los cuidados y protección de cuando eran pequeños se van transformando, también las formas de relacionarse con ellos, las prioridades y los valores cambian, y ello nos afecta obligándonos a que las relaciones familiares se vayan ajustando a los distintos momentos que nos toca vivir.



El tiempo sigue pasando, envejecemos y algunos esperan con anhelo recibir el trato de “abuelo” o “abuela”, y para ellos, los nietos siempre son la alegría de un hogar. Para otros, que aún tienen la idea de que todavía son jóvenes y que están en la plenitud de la vida, los nietos les pillan desprevenidos y les cuesta aceptar que alguien se refiera a ellos como “abuelos”.



Los abuelos son una parte importante dentro de la estructura familiar que muchas veces pasa inadvertida o se descuida. Los abuelos son mucho más que personas unidas a nosotros por lazos de sangre o de ADN.



Hace años a las personas mayores se les tenía gran respeto, eran los patriarcas del clan familiar, dictaban las leyes para los componentes de las familias y, en algunas comunidades, los que impartían la justicia en los tribunales de los ancianos de la sociedad.



La relación de los abuelos con los nietos es muy importante, por el trascendente papel que juegan los abuelos y los menores en la familia, y fomentar estas relaciones es muy beneficioso para todos, puesto que los efectos psicológicos beneficiosos son reales y mensurables. Para los nietos, la relación con sus abuelos es un bálsamo, pero a su vez,  también lo es para los propios abuelos.



En un estudio del Instituto sobre el Envejecimiento de la Universidad de Boston, Los investigadores han observado que los abuelos que tienen una estrecha relación con sus nietos suelen padecer menos depresiones. Asimismo, han mostrado que los nietos también se benefician psicológicamente de la relación con sus abuelos, influyéndoles en su bienestar psicológico hasta bien entrada la edad adulta. Los investigadores han denominado a este tipo de relación “apoyo tangible” o “solidaridad funcional o instrumental”.



Aunque sus obligaciones están en un plan secundario ya que la tarea de educar recae, lógicamente en los padres, los abuelos esperan poder ayudar a sus nietos, incluso cuando ya han crecido. Para una relación saludable, es muy importante establecer unos límites entre padres y abuelos, para el bien de todos. Principalmente, los abuelos pueden centrarse en dar cariño, echar una mano de vez en cuando y pasar un buen rato con sus nietos.



En la edad madura, ya se han desarrollado la virtud de la comprensión y la sabiduría, de la paciencia al escuchar y al hablar, lo que hace que los abuelos sean las personas que pueden enseñar muchas cosas a los nietos, sin dureza ni agresiones.



En general, uno de los objetivos de los abuelos con los nietos, siempre ha sido y sigue siendo, transmitirles todas sus experiencias y memorias tal como la vivieron, sin que tengan que estar sesgadas por intereses políticos o sociales del momento. Las historias que cuentan los abuelos de cuando sus padres eran también niños gustan mucho a los nietos, y contribuyen en el desarrollo psicológico de los más pequeños. Hacen que el pequeño tenga un sentido de continuidad de la familia, que acepte que sus padres son humanos y esto facilita la identificación de los niños con sus progenitores.



Otro objetivo, es la de cuidar de sus descendientes en lo que haga falta, ya que siempre tienen una actitud positiva con los nietos, nunca negativa, porque solamente quieren que esos proyectos de hombres y mujeres, tengan fuertes cimientos donde se puedan edificar, como personas de bien. Suelen encontrar alguna razón para ver la parte buena de cualquier problema que se les presenten, sacándole buen partido a la vida. Naturalmente, tendrá que haber diferencias, no se puede estar de acuerdo en todo. Es entonces la hora de respetar, y ante las dificultades o malentendidos que puedan surgir, lo mejor es aclararlos y no esperar a que las cosas se resuelvan por sí mismas.



El ser abuelo es una ocasión excelente para comenzar una nueva relación con los niños, distinta a la mantenida con los hijos, y aprender con ellos, ya que el compartir historias, juegos y aventuras son oportunidades de aprendizaje y de disfrute que sólo pueden dar los nietos. El tiempo que pasan juntos abuelos y nietos contribuye a que los niños valoren muchas de las aportaciones de los abuelos, y a su vez, para los abuelos es una forma de renovarse a nivel personal, de tener más participación en la familia y estar más considerados, de sentirse más jóvenes, más útiles, más valorados y sobretodo actualizados, contribuyendo a su felicidad.



Normalmente, los abuelos sienten un placer inmenso cuando pueden estar con los nietos, generando una relación cariñosa y mimosa. Los padres achacan a los abuelos que maleducan y consienten todo a los nietos y los abuelos alegan que para educarlos están los padres. Pero los abuelos solamente maleducan y consienten a los nietos cuando están bien educados por sus padres, mientras que a los nietos que están mal educados o muy consentidos por sus padres, no les dejan pasar ni una y les tratan severamente. Para los abuelos cada nieto es especial e irrepetible, por muchos que haya.



En una sociedad como la de hoy, en la que cada vez más veces padre y madre trabajan fuera del hogar, muchos abuelos y abuelas ayudan a sus hijos con el cuidado de sus nietos. Esta es una tarea que conlleva tiempo y dedicación. Incluso, muchos ayudan económicamente a los nietos directa o indirectamente, comprándoles cosas que no son atendidas por sus padres, porque estos no pueden o no quieren hacerlo. Suelen ser desde pago de estudios, seguros de salud, vacaciones, viajes, etc. hasta regalos de uso práctico como ropa, calzado, libros y útiles escolares, hasta dinero en efectivo semanal para sus gastos particulares.



Cuando los niños pasan la tarde en casa de los abuelos se alejan de la rutina y de aceleración diarias, pueden expandirse y comportarse como verdaderos niños, reciben más atención, más tiempo para conversar, para escuchar y para jugar.



Respecto a los “abuelos canguros”, no deberíamos obligarles a ejercer más responsabilidades que las que se esté dispuesto a asumir. Es importante que reserven un tiempo propio.



Cuando a los padres les pasa algo grave, los abuelos siempre están dispuestos a cuidar a los nietos desinteresadamente, aunque tengan que quitarse la comida de la boca.



Es posible que esa dedicación de los abuelos pueda causarles agotamiento físico y psíquico, pero también es una ayuda para envejecer con una actitud positiva, sabiendo que su actividad diaria es una fuente de buena salud, buen estado físico, buena capacidad de autonomía y buena capacidad mental.



Por otro lado, es frustrante y deprimente para los ancianos, que la relación con sus hijos y nietos se desarrolle al revés, es decir, que sean los hijos o los nietos quienes deban hacerse cargo de ellos.



Para la mitad de la población anciana, los hijos constituyen la principal fuente de ayuda. Para ellos la ayuda y los recursos prestados por su familia es la más importante ya que es la encargada de dar atención directa a la mayoría de los que sufren problemas de salud o un deterioro grave en su autonomía personal. El anciano se apoya en sus hijos y familiares y esto también hace que todos los lazos familiares sufran cambios.



A veces, cuando tienen que vivir bajo un mismo techo tres generaciones, las viviendas no tienen espacio ni condiciones adecuadas para ello. Los hijos que cuidan de sus padres mayores, soportar un elevado grado de estrés que puede tener consecuencias no sólo para la atención del anciano sino también para su propia salud, debido a que tienen ocupaciones laborales y otras cargas familiares.



Además, existen los divorcios, nuevas parejas, hijos de hijos que no son nuestros nietos, etc, que complican más la convivencia.



Algunos padres, mantienen a sus hijos como secuestrados o rehenes frente a los abuelos, por desinterés o para conseguir determinados beneficios, haciendo chantaje a los abuelos con las visitas de los nietos, sobre todo para conseguir beneficios en los divorcios. Sin embargo, la estrecha relación de los abuelos con los nietos, suele servir en muchas ocasiones para limar asperezas familiares y como puente entre dos familias o generaciones distanciadas.



Posiblemente, las relaciones familiares que mejor sobreviven a lo largo del tiempo son las que mejor se adaptan a las circunstancias y los cambios, por lo tanto, es interesante conocer cuál es el papel de cada miembro de la familia, las dificultades con las que se suelen encontrar los familiares que cuidan de los mayores y qué se puede hacer al respecto.



A la hora de ayudar al anciano es importante ayudarle a mejorar su autoestima y el concepto que tiene sobre sí mismo, enseñándole a aceptar las limitaciones o deficiencias que puedan tener y haciéndole ver, descubrir y valorar las cualidades que tiene, intentando que se impliquen en actividades de ocio y tiempo libre. En el caso de que sufran alguna enfermedad o achaques sería muy importante que se les informara y orientara al respecto.



Para saber más:



https://www.segg.es/pretema.asp?cod=62



https://blog.micumbre.com/2009/04/20/nietos-padres-y-abuelos/

Alimentación recomendada en Invierno para los mayores, clave para protegerse

Alimentación recomendada en Invierno para los mayores, clave para protegerse

En cualquier etapa de la vida, nuestros hábitos condicionan nuestra salud. Por ello, debemos prestar atención al ejercicio y a la nutrición.



La tercera edad es una etapa de la vida donde la alimentación juega un papel muy importante, debido al riesgo de anemia, desnutrición, hipertensión, diabetes, etc, motivado por los cambios corporales motivados por el propio proceso de envejecimiento, que influyen en la interacción de los nutrientes y de los fármacos, afectando la capacidad de metabolizar los lípidos y las proteínas, así como, por erradicar de la dieta productos tan esenciales como la carne al padecer de una dentadura débil o carecer de ella.



Aspectos generales en invierno



Una alimentación equilibrada en invierno, que proporcione las calorías y nutrientes necesarios, es clave para que el organismo de las personas de la tercera edad esté fuerte y protegido ante el incremento de las gripes y los resfriados, ya que, la falta de sol y las bajas temperatura características de este periodo estacional, disminuyen los sistemas de defensas naturales, a consecuencia de que, el sistema endocrino y la secreción de la hormona tiroidea se ven afectados y se produce un aumento de adrenalina, que unido a los cambios bruscos de ambiente, junto a las aglomeraciones de personas en recintos cerrados, propician el contagio y el desarrollo de enfermedades infecciosas, respiratorias, cardíacas y osteoarticulares.



En esta estación se suele aumentar el consumo de alimentos, puesto que con el frio, nuestro cuerpo aumenta sus necesidades y requiere de una alimentación más rica en calorías para poder mantener el nivel calórico corporal óptimo.



Sin embargo, a medida que envejecemos, las necesidades energéticas disminuyen,  el cuerpo utiliza un mínimo de energía para realizar las funciones vitales esenciales y, por lo general, tenemos menos actividad física.



Además, el organismo funciona con más lentitud en invierno, por lo que, es mejor ingerir alimentos menos pesados, sobre todo por la noche.



Para defenderse del frio, el cuerpo reacciona con la vasoconstricción, por lo cual, las personas mayores deberían evitar la ingesta de alcohol y de alimentos que estén muy condimentados, porque producen una vasodilatación, que aumenta el flujo sanguíneo y da una sensación de calor instantánea, pero que después produce una pérdida mayor del calor corporal.



Necesidades energéticas y nutricionales



Según la OMS, se recomienda un consumo de entre 4 a 6 tomas de comida al día. Se deben consumir al menos 2 raciones al día de verduras y hortalizas, una de ellas en forma de verdura cruda y la otra cocida, y por supuesto, comer diariamente 3 raciones de fruta natural. Para el grupo de carnes, aves, pescados, frutos secos y huevos, se aconseja un consumo de 2 raciones al día. Eso sí, es preferible que la ingesta de pescado sea superior a la de carne ya que tiene omega-3. Y por último, se aconseja un consumo de 3 raciones diarias de lácteos, leche o queso bajo en grasa.



Para que la dieta de una persona mayor sea equilibrada, requiere que tenga un valor energético o calórico diario de 1.750 a 2.500 kcal, equivalente a 30 ó 35 kcal por kg de peso al día.



El aporte energético de los principales principios inmediatos deberían ser de:




  • 60% hidratos de carbono.

  • Menos del 30% grasas.

  • 15% de proteínas.

  • 20-35 g de contenido en fibra.

  • Vitaminas.

  • Minerales.

  • 1.200 mg de calcio.

  • Líquidos.



Una dieta saludable es mucho más efectiva si se acompaña de un tiempo de actividad física moderada, realizada de forma regular, acorde con sus posibilidades y protegiéndose adecuadamente del frio.



Alimentos necesarios en invierno



Suele suceder que las bajas temperaturas nos llevan a dejar de lado el agua, las ensaladas o las frutas frescas, lo cual, es un grave error.



Hay que realizar una hidratación adecuada, potenciando la ingesta regular de agua y de otros líquidos. Con el frio se puede no sentir la necesidad de beber, por lo que se aconseja beber líquidos aunque no se tenga sed,  como agua, zumos, leche, caldos, sopas, infusiones calientes y otros alimentos que contengan agua como las frutas y verduras, a intervalos regulares y entre 6 y 8 vasos diarios. Conviene reducir o evitar las bebidas estimulantes, carbonatadas y alcohólicas .



Como el frío puede producir temblores, es recomendable tomar hidratos de carbono, lo que ayudará a mantener el nivel de glucosa en sangre, esencial para la producción de calor y para prevenir la fatiga, ya que son la principal fuente de energía. El pan, la pasta o el arroz son base de la alimentación ya que son los que brindan la mayor cantidad de energía para mantener la temperatura corporal de las personas de la tercera edad.



La aportación de proteínas se basa en las carnes, los pescados, los huevos y los lácteos. El consumo de pescado ha de ser mayor que el de carnes.



Son más sanas y preferibles las grasas mono y poliinsaturadas que están presentes en el pollo, el atún y el bonito, la sardina, el arenque, la caballa y el salmón. Las grasas saturadas animales como las presentes en la carne, la leche, el queso, la mantequilla, los embutidos y en los vegetales como el coco y palma, no deben sobrepasar el 10%. También es muy recomendable utilizar aceites vegetales para cocinar y aderezar, especialmente el aceite de oliva.



Se pueden tomar de 3 a 4 huevos por semana.



El consumo de lácteos suelen tener fácil masticación y pueden llegar a 3 raciones al día, siendo lo óptimo aumentar a una cuarta ración en la mujer.



La vitamina D se sintetiza en la piel a partir de un precursor llamado provitamina D, que está íntimamente relacionado con el calcio. Con la llegada del invierno la exposición solar en las personas mayores disminuye, especialmente en las institucionalizadas, presentando un mayor riesgo de déficit de vitamina D. La vitamina D se encuentra en pocos alimentos, el hígado de pescado y sus aceites, los pescados grasos como el arenque, el salmón y el atún, la yema de huevo, el hígado de vaca y la leche entera. Estos alimentos unidos a una adecuada exposición a la luz solar, en ausencia de enfermedad, son suficientes para cubrir los requerimientos diarios.



Las frutas, verduras y legumbres con alto contenido en vitamina C las hacen necesarias para los huesos y articulaciones, debiendo aumentarse su consumo en invierno, en el conocimiento de que el frío hace aumentar su eliminación urinaria. El brócoli es rico en vitamina C, antioxidantes y muy bajo en calorías.



Las hojas verdes crudas aportan clorofila con efecto depurativo y enzimas. Se pueden consumir cocidas, en guisos con salsa de tomate casera, en revueltos con claras de huevo o en tortillas al horno. Se recomienda consumirlas 2 ó 3 veces por semana, preferentemente en forma de purés, pudiéndose añadir al mismo otras verduras.



Las mayores fuentes de fibra son los cereales integrales, frutas con piel, hortalizas y leguminosas. Una excelente fuente de fibra es el tomate, ya que posee una cantidad enorme de vitaminas, entre ellas, las del grupo C y E que tienen una excelente capacidad antioxidante, es decir, que evita la oxidación celular y agiliza la depuración de los productos tóxicos. Frutos secos (cacahuete, almendra, nuez, avellana) y deshidratados (dátil, higo, manzana, pera) aportan fibra y nutrientes.



Si debe tomar antibióticos, refuerce la flora bacteriana con yogur y fruta.



Es conveniente el consumo de miel para reemplazar el azúcar, pues aportan energía y sustancias que mejoran la salud de las vías respiratorias.



Hay que consumir con moderación los alimentos dulces como el azúcar, los mazapanes, las mermeladas, los pasteles, los chocolates, etc.



Productos de Invierno



Hay que aprovechar e incrementar el consumo de  los cítricos en esta época del año (naranja, limón, mandarina, kiwi y el pomelo), que son ricos en vitamina C y refuerzan nuestro sistema inmunológico para resistir mejor el frío y los resfriados, el consumo de la zanahoria y el melón ricos en vitamina A para prevenir infecciones y del ajo que mejora la circulación y hace que notemos mucho menos el frío en nuestro cuerpo.



Tabla nutricional:



Tabla de Alimentos



Enlaces de interés y más información:



Sociedad Española de Geriatría y Gerontología



Portal de la 3ª edad en Internet



Software nutricional i-Diet



 


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