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Importancia de la Terapia Ocupacional en Geriatría

Importancia de la Terapia Ocupacional en Geriatría

Con el aumento de la esperanza de vida y el notable incremento de personas mayores en nuestra sociedad, se están desarrollando nuevos y muy diferentes estilos de vida que están contribuyendo a cambiar la visión tradicional de la vejez.



Dicha etapa no tiene por qué ser un período en el que predomine o se haga inevitable un deterioro fatal de las capacidades físicas e intelectuales.



La hoy denominada tercera edad, es activa, dinámica, capaz y se ha convertido en otro periodo de evolución de la vida de la persona y con una amplia vida social, en el que se pueden realizar una gran gama de actividades y ocupaciones antes prácticamente inexistentes, desarrollando nuevas habilidades y adquiriendo novedosos cometidos, explorando nuevas tendencias, alicientes e intereses, organizando su tiempo de una forma diferente.



Las ocupaciones que la persona mayor decide realizar, no son actividades aisladas, sino que forman una red de actividades diarias que le ayudan a cumplir con sus necesidades básicas y a contribuir a las necesidades de su familia, de sus amigos y de la comunidad.



Ocupación es salud, integración, diversión, autonomía, libertad, recreación, dignidad, fortaleza, ya que "gran parte de lo que somos y sentimos se basa en lo que somos capaces de hacer".



Las actividades de la vida diaria son aquellas que las personas hacen de manera cotidiana, como alimentarse, vestirse, mantener una higiene personal, desplazarse, relacionarse, etc. Tradicionalmente, las actividades de la vida diaria se clasificaron en tres tipos:




  • Actividades de la vida diaria o básicas, destinadas a la satisfacción de necesidades básicas, como la alimentación o el aseo.

  • Actividades instrumentales vinculadas al manejo y control del entorno, como el mantenimiento del hogar o el uso del dinero.

  • Actividades de ocio y de juego.



Sin embargo, las nuevas dinámicas sociales conducen a una variedad más amplia y hacia nuevas actividades emergentes, como son:




  • Actividades de trabajo.

  • Actividades de formación educativa.

  • Actividades de participación social.

  • Actividades de descanso y sueño.

  • Iniciativas de voluntariado.

  • Participación en asociaciones.



Por ello, los profesionales socio-sanitarios deben acoger nuevos objetivos y procesos de rehabilitación funcional, para lograr mejorar la calidad de vida de las personas mayores.



De esta manera, surge la Terapia Ocupacional, profesión ligada a la geriatría desde sus comienzos, que se encarga de evaluar, analizar y graduar los indicadores de salud y bienestar de las personas.



El objetivo de la Terapia Ocupacional es mejorar la salud y la calidad de vida, a través de la participación en aquellas ocupaciones que la persona seleccione por considerarlas importantes en su vida.



La Terapia Ocupacional destinada a las personas mayores, utiliza la ocupación como medio terapéutico para mejorar la situación funcional, respecto al conjunto de las actividades que llenan su tiempo y que aportan significado e identidad a sus vidas.



Los terapeutas ocupacionales logran sus objetivos, aplicando técnicas de tratamiento rehabilitador o compensador, adaptando el entorno y las actividades de la vida diaria de las personas, las cuales, son fundamentales para prevenir, mantener, rehabilitar, compensar o adaptar las capacidades de la persona y de su entorno, con el fin de conseguir una mayor integración social y capacidad de adaptación y participación en la familia y la sociedad, y de alcanzar la máxima independencia posible, obtener mayor grado de autoestima, estimular y mantener las capacidades cognitivas que se ven afectadas por el envejecimiento como la memoria, la atención, la percepción, el pensamiento lógico y abstracto, utilizando la actividad con objetivo, también denominada actividad significativa. En estados de buena salud, el enfoque es preventivo y de mantenimiento. En estados de enfermedad o deterioro funcional, el enfoque es el de adquisición de nuevas habilidades, rehabilitador, o compensador adaptando el entorno.



Así, las funciones del Terapeuta Ocupacional son:




  • Valoración Funcional

  • Entrenamiento en Actividades de la Vida Diaria

  • Estimulación Física, Funcional y Cognitiva.

  • Valoración, diseño y entrenamiento en ortesis, prótesis y productos de apoyo.

  • Asesoramiento en ocio, tiempo libre y participación social.

  • Adaptación del Entorno.



Uno de los criterios de la OMS (Organización Mundial de la Salud) para determinar el estado de salud es el conjunto de actividades que una persona puede desarrollar a lo largo de su vida.



La Terapia Ocupacional en Atención Primaria, Servicios Hospitalarios, Centros de Día, Residencias y Domicilios es fundamental, puesto que, contribuye de forma importante a mejorar el funcionamiento de la persona a través de la rehabilitación de las actividades de la vida diaria. Además contribuye a:




  • Disminuir los costes de la atención sanitaria, al incrementar la autonomía de las personas mayores.

  • Reducir la necesidad de ayuda de una tercera persona.

  • Retrasar la institucionalización.



El terapeuta ocupacional puede desarrollar su trabajo en diferentes contextos residenciales, hospitalarios y la comunidad.



Los principales ámbitos de actuación son en prevención primaria, prevención secundaria y prevención terciaria, en las áreas de geriatría, discapacidad física y sensorial, salud mental, pediatría, marginación social, colegios y rehabilitación laboral.



En el campo de la geriatría, el terapeuta ocupacional puede trabajar en atención primaria, hospitales, centros de día, centros de mayores, residencias, ayuntamientos, unidades de cuidados paliativos y equipos de docencia e investigación.



En las residencias, los terapeutas se centran en fomentar la actividad física y mental, así como la autonomía e independencia en la vida diaria de los residentes, planifican actividades orientadas a adquirir las habilidades y destrezas necesarias para mantener o alcanzar la independencia en las actividades de la vida diaria, y valoran estas capacidades de forma individual para platear objetivos personalizados que se llevan a cabo en equipo con los demás profesionales que trabajan en el centro.



El terapeuta ocupacional parte de la valoración de las capacidades físicas, mentales y sociales de la persona mayor en particular para ver con qué actividades de la vida diaria debe trabajar y una vez detectadas sus necesidades concretas y específicas, trabaja con la persona de manera individual, adaptándose a sus capacidades, con el objetivo de prevenir la pérdida, mantener, o mejorar su autonomía funcional, se encarga de promover la estimulación cognitiva de la persona mayor con la que trabaja para mejorar la atención, la memoria y las habilidades sociales, estableciendo los correspondientes protocolos de actuación individuales y grupales.



Las personas que trabajan en terapeuta ocupacional con personas mayores, deben contar con una serie de aptitudes, tales como, la empatía, tolerancia, creatividad, capacidad de trabajar en equipo, poseer habilidades sociales que permiten interactuar, adaptarse a los diferentes casos, a mejorar las relaciones interpersonales, a resolver conflictos que puedan surgir entre los residentes o entre los profesionales y disponer de los conocimientos necesarios para aplicar las terapias con fin terapéutico.



Para saber más: http://www.terapia-ocupacional.com/

El pez cebra puede tener la clave de la regeneración del corazón tras un infarto

El pez cebra puede tener la clave de la regeneración del corazón tras un infarto

La insuficiencia cardíaca aguda aparece repentinamente y los síntomas son al principio graves. Se produce después de un infarto de miocardio que ha dañado una zona del corazón, o también, por la imposibilidad súbita del organismo de compensar la insuficiencia cardíaca crónica.



El corazón humano es incapaz de regenerarse por sí mismo y después de un infarto de miocardio, nuestro cuerpo sufre importantes secuelas, ya que el tejido muscular cardíaco afectado es sustituido por tejido cicatricial que es incapaz de contraerse. Es decir, que al sufrir un ataque al corazón, la parte del corazón afectada cicatriza y deja de latir, por lo que el corazón no podrá funcionar bien y, como consecuencia de ello, se produce la insuficiencia cardíaca, al tratar de compensar la función que se perdió en la zona del corazón que sufrió el infarto.



La insuficiencia cardiaca es la incapacidad del corazón por seguir bombeando la sangre que le exige el organismo y se puede dar por muchas causas, no solo exclusivamente por un infarto. La insuficiencia cardíaca crónica es más frecuente que la aguda, los síntomas se manifiestan con lentitud a lo largo del tiempo y generalmente empeoran de forma paulatina. Ésta puede causar una lesión que si no se atiende, produce necrosis (muerte del tejido), con lo cual, aparece el infarto.



Por lo tanto, el infarto, si es atendido, no necesariamente producirá una insuficiencia cardíaca, y a la inversa, si la insuficiencia cardiaca es tratada a tiempo, no tendrá que finalizar con una lesión cardiaca y un posterior ataque al corazón.



Pero se ha descubierto que antes de producirse la insuficiencia cardíaca, las células musculares cardíacas lesionadas entran en un estado de autopreservación conocido como hibernación, en el que dejan de contraerse y se esfuerzan por sobrevivir. Se especula en que tal vez, podrían ser células que están intentando reproducirse pero que no lo consiguen, y que solamente necesiten ser estimuladas.



Las investigaciones con los peces cebras, pueden tener la clave para la regeneración del tejido del corazón afectado evitando la insuficiencia cardiaca y evitar las secuelas posteriores al infarto.



Dos investigaciones estudian la capacidad que tienen algunos peces óseos como el minúsculo pez cebra para recuperarse después de una lesión cardiaca, y encontrar una terapia regeneradora del corazón aplicable a los mamíferos, como es el ser humano, que podría ayudar a pacientes que hayan sufrido un infarto de miocardio.



Estos estudios abren nuevas vías de investigación y terapéuticos, ya que no están basadas en células madres o células progenitoras, sino en una enzima llamada telomerasa, que se ocupa del mantenimiento y corrige los extremos de los cromosomas de las células llamados telómeros, para en un futuro conseguir el mismo éxito que los peces cebra.



Uno de estos trabajos está dirigido por Kenneth D. Poss, investigador de la Universidad de Duke (EE UU), que investiga las células encargadas de entrar en la zona dañada del músculo cardiaco, donde se reproducen y ayudan a reconstruirlo. Dichas células se denominan cardiomiocitos.



La segunda investigación la lidera Juan Carlos Izpisúa Belmonte, investigador del Instituto Salk de Estudios Biológicos en California (EE UU) y el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB). Analiza cómo la telomerasa del pez cebra se “hiperactiva” rápidamente en las células cardiacas después de una lesión.



Poss y su equipo, están concentrando su atención sobre el corazón y las aletas del pez cebra.



El pez cebra común es habitual en los acuarios y, como ya hemos mencionado, tiene la asombrosa capacidad de recuperarse después de una lesión cardiaca. Llamado así por sus cinco rayas laterales y conocido científicamente como Danio rerio, puede regenerar su corazón herido de forma eficiente, también sus órganos y tejidos, pero hasta ahora, no estaba nada claro el proceso.



La regeneración del corazón en el pez no ocurre mediante células madre, sino por la desdiferenciación y proliferación de cardiomiocitos preexistentes en el corazón.



Los órganos del pez cebra son similares y realizan las mismas funciones básicas que los órganos humanos, pueden padecer desórdenes y enfermedades similares, pero a diferencia que nosotros, puede regenerar muchos tipos de tejidos incluyendo la médula espinal y la retina, pero parece tener una respuesta regenerativa más robusta con el corazón. Esto es debido a que las células del corazón del pez cebra se dividen rápidamente después de una lesión, con lo que el músculo dañado se reemplaza en un corto espacio de tiempo, mientras que, las células del corazón de los mamíferos tras la misma lesión entran en un estado de hibernación.



Generalmente, cada vez que una célula se divide, los cromosomas se hacen más cortos. Si estos cromosomas se hacen excesivamente cortos pueden llevar a que la célula que los posee deje de funcionar correctamente o incluso muera.



Sin embargo, la enzima telomerasa contrarresta este acortamiento ayudando a establecer de nuevo la longitud correcta del cromosoma, también llamados telómeros.



Los investigadores han descubierto cómo la enzima telomerasa del pez cebra se “hiperactiva” rápidamente en las células cardiacas después de una lesión. Esta activación es esencial en el proceso de regeneración cardiaca del pez.



En un conjunto de experimentos, se utilizaron técnicas de ingeniería genética para convertir a los cardiomiocitos del pez cebra en "transgénicos", insertándoles un gen trazador o identificador, que les otorgaba una fosforescencia verdosa al microscopio. Así, si el músculo cardíaco regenerado no brillaba, significaría que las células responsables de la reparación del tejido muscular dañado no eran los cardiomiocitos sino otras, como las células madre cardíacas.



Posteriormente, los investigadores usaron diminutas tijeras para cortar y extirpar un 20% de cada ventrículo de los peces y esperaron un par de semanas a que los corazones se regenerasen.



Pero se toparon con un sorprendente descubrimiento. El sitio de la incisión se selló muy deprisa con coágulos de glóbulos rojos. Durante los siguientes dos meses, estos coágulos fueron reemplazados gradualmente con células nuevas y funcionales de músculo cardiaco. El nuevo tejido del corazón latió perfectamente y exactamente igual que el tejido normal.



Finalmente, comprobaron que los responsables de la reparación del tejido muscular dañado no eran células madre cardíacas, sino los cardiomiocitos. Estos cardiomiocitos ya desarrollados que quedaban tras la herida retornaron a un estado más joven, comenzaron a dividirse para reemplazar las células perdidas y volvieron a madurar por segunda vez, convirtiéndose en tejido muscular cardíaco nuevo.



Para demostrarlo, se ha inactivado esta enzima y se ha visto que las células ya no se dividían y el daño al ADN aumentaba.



Basándose en los resultados, tanto Poss como para los expertos, estos resultados indican que la activación temporal y controlada de la telomerasa, podría ser una estrategia a estudiar para el tratamiento de pacientes que hayan sufrido un infarto de miocardio.



Pero, muchas dolencias humanas, no solo la insuficiencia cardiaca, son el resultado de algún tipo de daño en los tejidos. Ejemplos de ello son la enfermedad de Alzheimer y las lesiones de la médula espinal. Si los científicos pueden deducir como regenerar estos tejidos después de sufrir en ellos un daño, debería ser posible obtener los conocimientos necesarios para lograr nuevas terapias para humanos frente a dichas patologías.



Enlaces para saber más:



CNIC, Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III



Cell Reports


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